Mi primera meditacion guiada

 

Te cuento que, cuando hice mi primera meditacion guiada tenía apenas unos 16 (hará casi 25) años y quien la guiaba era mi maestro de Psicología, un hombre muy preparado, sencillo y motivador, una de las principales personas que me animó a trabajar en el crecimiento personal, la realizamos en el aula de la escuela sin ningún tipo de velas, música, ambientación o preparación previa.

Recuerdo claramente que nos pidió para iniciar con la meditacion que en nuestros asientos nos colocáramos lo más cómodos posibles y cerráramos los ojos, hablo en plural porque era toda la clase, más o menos de 50 jóvenes inquietos, un poco escépticos y dudosos de lo que estaba pasando, así que me dispuse a relajarme y a tomar la experiencia de estudio como otra más.

Así comenzó la experiencia de esta meditacion guiada, acoplando la respiración a un ritmo tranquilo y relajado, la explicación de soltar los músculos del abdomen para lograr una respiración diafragmática, relajar los músculos conscientemente, y poco a poco sentí que mi mente se desprendía de controlar mi cuerpo, como si cayera en una especie de sueño consciente.

Conforme iba imaginando poco a poco lo que él nos indicaba, más profundamente entraba yo en esa experiencia, cada vez se volvía más vívido y real el “sueño”. En un momento dado me pidió que volara hacia el cielo, apartándome de la tierra y llegando a las estrellas lentamente, con una fascinación casi mágica flotaba apenas, no puedo describir con palabras aquél sentimiento de paz, tranquilidad y unión con el universo.

En cierto momento me dejó libre para ir a donde deseara, entonces, como si una fuerza me atrajera fuertemente hacia la tierra volví a una velocidad estrepitosa, regresando instantáneamente a mi casa. Me sentía desorientada y al mismo tiempo aún tenía esa sensación de flotar, pero me “estaba” en un ambiente seguro y familiar, pero la sensación de extrañeza seguía, un toque de irrealidad. No me explico por qué pero comencé, según yo, a recorrer las habitaciones hasta llegar a una que es de color azul y vi una conexión a la electricidad, alcé mi mano derecha y la toqué lo cual provocó que me pasara corriente eléctrica a mi cuerpo con una descarga que me hizo brincar y abrir los ojos.

Si, abrí los ojos a la realidad en el aula, sintiendo los efectos de la descarga eléctrica en mi cuerpo y con mi maestro tocándome los hombros hablándome con voz tranquilizadora. Quedé tensa y asustada, pero también fascinada y curiosa por todo lo que vi y experimenté. Aparentemete mi miedo fue menor a mi curiosidad y aquí me tienen, no solo meditando si no guiando meditaciones.

Es mi deseo compartirte con mucho cariño un poco de mi experiencia con la meditacion guiada.

 

Paty Flores

Una Experiencia personal en la meditacion